El uso litúrgico de las flores se rige por los tiempos
litúrgicos, pues la presencia o ausencia de éstas es un signo eficaz por su
contraste.
Puede adornarse el presbiterio con flores todos los días
salvo en Cuaresma, en el día de los fieles difuntos y en los funerales. Sin
embargo en el Domingo Laetare (IV de Cuaresma), las solemnidades y
las fiestas que ocurran en la Cuaresma, sí pueden usarse las flores.
Durante el Adviento puede adornarse el presbiterio con
flores, pero con moderación, para no anticiparse a la alegría plena del
Nacimiento del Señor.
En el Domingo de Pascua, en cambio, debe de haber muchas más
flores de lo habitual. Esta ha sido la costumbre de la Iglesia, por la que
incluso se ha hablado de la “Pascua florida”, al hacer referencia a la
obligación de los fieles de comulgar una vez al año cuando menos. En el
Vaticano, el Domingo de Pascua se adorna la Plaza de San Pedro con muchísimas
flores, volviéndola un verdadero jardín.
Los arreglos florales deben de colocarse más bien cerca de
el altar, que sobre la mesa, como indica la Instrucción General del Misal
Romano. Es mejor evitar el uso de plantas de interior; es preferible colocar
tiestos con flores. Y también es mejor no usar nuca flores artificiales, porque
es de mejor gusto y porque representa mejor su significado litúrgico
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