El próximo martes, 2 de febrero, en que se cumplen 40 días
de la Navidad, se celebra la Fiesta de la Presentación del Señor. En ese día
las candelas o velas tienen un lugar especial en la liturgia.
En efecto, ese día la misa comienza en el atrio o en otro
lugar distinto a la iglesia. Ahí se reúnen los fieles con candelas apagadas en
sus manos. El sacerdote llega a ese lugar revestido con casulla o con capa
pluvial. Cuando arriba, se encienden las velas mientras se canta: “El Señor
llega con poder. Iluminará los ojos de sus siervos. Aleluya.”
Después, el sacerdote saluda al pueblo como de costumbre,
hace una monición y bendice las candelas con una fórmula que se encuentra en el
misal. Tras decir esas palabras, rocía las candelas con agua bendita, sin decir
nada. Acabada la aspersión, el sacerdote recibe su propia candela y comienza la
procesión hacia la iglesia.
Al llegar a la iglesia, el sacerdote venera el altar, va a
la sede, se quita el pluvial (si es que lo ha usado en la procesión), y se pone
la casulla. Después se canta Gloria. Acabado el himno dice la colecta, y la
misa prosigue como de costumbre.
En el caso de la liturgia papal, el rito inicia en el atrio
de la Basílica de San Pedro. La Basílica permanece a oscuras mientras la
procesión ingresa a ella. Así, puede apreciarse el templo solo iluminado con
las velas. En el momento en el que el papa llega al altar, se encienden todas
las luces.
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