Los fieles tributan a los santos el culto de dulía desde los
orígenes mismos del cristianismo. Veneramos la memoria de aquellos que,
habiéndose identificado plenamente con Cristo durante la vida terrena, han
llegado a la gloria del cielo y han recibido la corona de la inmortalidad.
Desde la antigüedad es constante pedir su intercesión por el
Pueblo de Dios. Es por ello que surgieron fórmulas de súplica que abarcaran a
muchos santos, en las que se les pedía a cada uno "ruega por
nosotros" u “ora pro nobis” en latín, con lo cual surgieron las letanías
de los santos.
Las Laudes Regiae son una forma particular de letanías de
los santos. Tienen su origen en la Roma pagana, que divinizaba a sus
emperadores. La Iglesia las hizo suyas exaltando el poder temporal y espiritual
del Sumo Pontífice, invocando que Cristo vence, reina e impera. Por ese motivo, las coronaciones del papa
eran la mejor ocasión para ejecutar este canto solemnísimo, que fue deputado de
toda expresión que no se condijera plenamente con la fe católica.
Actualmente se cantan en las más capillas papales, con
motivo de grandes acontecimientos de la Iglesia universal como la misa
inaugural del ministerio petrino de los Sumos Pontífices, el inicio de un
sínodo de obispos o la declaración de un santo como doctor de la Iglesia.
En las Laudes Regiae se agrupan los santos, y a cada uno de
los grupos se les pide por algo en especial antes de invocarlos. De esta forma, se inicia pidiendo por la
Iglesia y para eso se invoca al Redentor del mundo, a Santa María, a San Juan
Bautista, a san Miguel y a San José.
Después se pide por el Santo Padre, y en primer lugar se
invoca la protección de los doce apóstoles. Tras ello, nuevamente se pide por
el papa y se invoca la ayuda de todos los pontífices que hayan sido
canonizados.
En el caso de los sínodos de obispos, sespués se pide por
los pastores del Pueblo de Dios, y por su rebaño a María Magdalena, al
protomártir Esteban, los santos esposos Priscila y Aquila, seguidos de los
célebres mártires Ignacio de Antioquía y Lorenzo; luego se menciona a las
santas hermanas de Lázaro, María y Marta. Siguen los mártires Tomás Moro;
Perpetua y Felicidad, e Inés. A ellos se siguen los doctores de la Igleia
representados por los santos: León y Gregorio, juntos; Ambrosio, Jerónimo,
Agustín, Atanasio; Basilio Magno y Gregorio (Nacianceno), juntos; y Juan
Crisóstomo. A ellos se añaden los obispos Martín de Tours, Paulino de Nola y
Francisco de Sales, de los cuales solamente el ultimo es doctor.
Después se pide por los gobernantes y por todos aquellos que
rezan con nosotros. Los intercesores en esta súplica son: Antonio, Benito y
Bernardo (individualmente). Francisco de Asís y Domingo de Guzmán, juntos. Y
también individualmente los siguientes santos: Tomás de Aquino, Francisco
Javier, Juan María Vianney, Brígida de Suecia, Catalina de Siena, Francisca
Romana, Teresa de Jesús, Rita de Casia, Teresita del Niño Jesús, Mónica y por
último, Juana Beretta Molla.
En estos casos, las respuestas a los santos pueden ser “Tu
illam adiuva” (ayúdala), si se refiere a
la Iglesia; “Tu illum adiuva” (ayúdalo), si se refiere al Santo Padre; “Tu
illos adiuva” (ayúdalos), cuando se refiere a los ministros o a los
gobernantes.
muy buena explicación
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