“Por eso Dios lo levantó sobre todo
y le concedió el
«Nombre-sobre-todo-nombre»;
de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se
doble
en el cielo, en la tierra, en el abismo,
y toda lengua
proclame:
Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre.”
Atendiendo a esta parte del canto que se encuentra dentro de
la Carta de San Pablo a los Filipenses, la liturgia prevé que cada vez que se
menciona el nombre de Jesús durante las celebraciones litúrgicas, los
celebrantes deben de inclinar la cabeza.
Lo mismo debe hacerse cuando se mencionan las tres Personas
Divinas a la Vez, el nombre de María o el santo en honor a quien se celebra la
misa. Dice la Instrucción General del Misal Romano en el núm. 275: “La
inclinación de cabeza se hace cuando se nombran al mismo tiempo las tres
Divinas Personas, y al nombre de Jesús, de la bienaventurada Virgen María y del
Santo en cuyo honor se celebra la Misa.”
Sin embargo, es algo que muchos sacerdotes desconocen,
olvidan o simplemente no lo hacen. Pero más allá de las rúbricas, es algo que
tiene un significado bíblico unido a la Encarnación, a la Pasión y a la
Resurrección.
Es cierto que en principio esto es una obligación de los
celebrantes, pero tampoco la Instrucción lo menciona como obligación especial
de los sacerdotes. Por tanto, creo que los fieles también podemos y debemos
hacerlo, como un signo de reverencia al Nombre de Jesús y de María, lo que
además nos ayudará a estar más atentos.
Les dejo un video con el Gloria de Angelis, en el que se ve
que el papa Benedicto XVI hace una inclinación de cabeza en el momento en que
se canta “Señor, Hijo único, Jesucristo” (minuto 2.53)
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