La genuflexión es el máximo signo de reverencia y
adoración que prevé la liturgia, por lo cual queda reservada al Santísimo
Sacramento y a la Cruz, desde los Oficios del Viernes Santo hasta la Vigila
Pascual.
La Instrucción General del Misal Romano indica:
“La genuflexión, que se hace doblando la rodilla derecha
hasta la tierra, significa adoración; y por eso se reserva para el Santísimo
Sacramento, así como para la santa Cruz desde la solemne adoración en la acción
litúrgica del Viernes Santo en la Pasión del Señor hasta el inicio de la
Vigilia Pascual.”
En la Misa el sacerdote que celebra hace tres genuflexiones
siempre:
1.- Después de la elevación de la hostia
2.- Después de la elevación del cáliz
3.- Antes de la comunión.
Los concelebrantes únicamente hacen una inclinación profunda
en estos momentos.
Adicionalmente puede hacer otras dos: si el tabernáculo con
el Santísimo Sacramento está en el presbiterio, el sacerdote, el diácono y los
otros ministros hacen genuflexión cuando llegan al altar y cuando se retiran de
él, pero no durante la celebración misma de la Misa. Antes se decía que había
que debían hacerla cada vez que los ministros pasaban delante del sagrario,
pero eso se suprimió y ahora sólo se hace al inicio y al final.
Fuera de la misa, todos los que pasan delante del Santísimo
Sacramento hacen genuflexión, a no ser que avancen procesionalmente.
Debe indicarse que los ministros que llevan la cruz
procesional o los cirios, en vez de la genuflexión, hacen inclinación de
cabeza.
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