Otra de las novedades en la misa celebrada por el Papa
Francisco en la solemnidad de los santos apóstoles Pedro y Pablo fue que las
estatuas-relicarios de los apóstoles no se colocaran sobre el altar, junto a
las velas, como había sido costumbre.
En esta ocasión, las estatuas se pusieron sobre la
balaustrada que rodea las escaleras que permiten bajar al sepulcro de San
Pedro, frente al altar.
En lo personal, me parece que es una buena decisión. Sobre
el altar únicamente debe de colocarse lo que se requiere para celebrar la misa,
y las estatuas-relicarios no se necesitan, sino que son un elemento de ornato.
Al respecto, la Instrucción General del Misal Romano
indica:
“306. Sobre la mesa del altar se puede poner, entonces, sólo
aquello que se requiera para la celebración de la Misa, a saber, el
Evangeliario desde el inicio de la celebración hasta la proclamación del
Evangelio; y desde la presentación de los dones hasta la purificación de los
vasos: el cáliz con la patena, el copón, si es necesario, el corporal, el
purificador, la palia y el misal.
Además, dispónganse de manera discreta aquello que quizás
sea necesario para amplificar la voz del sacerdote.”
Cierto es que hay una tradición de unir la misa al
sacrificio de los mártires y de los santos, producto de lo cual se ponen
reliquias debajo del altar. Pero se ponen debajo del altar, no sobre el altar.
Así pues, siendo elementos de ornato y de veneración dichas
estatuas-relicarios, pero no necesarias para la misa, deben de estar fuera del
altar, pero pueden estar en otro lugar conveniente, como el que se eligió para
la misa.
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