miércoles, 2 de marzo de 2016

La bendición final de la Misa


A partir del siglo XII, el Rito Romano incorporó que el sacerdote impartiera la bendición al final de la Misa, cuando aún se encontraba en el altar, con la fórmula que todavía hoy se usa: “La bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo”.

En la Edad Media se buscó que la bendición final fuera distinta despendiendo de si celebraba un obispo o un sacerdote, por lo que el obispo bendecía con la mano, mientras que los sacerdotes lo hacían con algún objeto sagrado, como un crucifijo. Con el tiempo, se quitó este objeto, pero se diferenció la bendición del obispo con la del sacerdote porque se agregan invocaciones al Nombre del Señor antes de que bendiga el obispo.

Actualmente la bendición del obispo es de la siguiente forma. Con mitra dice: “El Señor esté con ustedes”, a lo que se responde “Y con tu espíritu”. Luego dice: “Bendito sea el nombre del Señor”, a lo que se responde “Ahora y por siempre”. El obispo dice: “Nuestro auxilio es el nombre del Señor”, y se responde “Que hizo el cielo y la tierra.” En ese momento toma el báculo con la mano izquierda y dice:  “La bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo, y Espíritu descienda sobre ustedes”, mientras traza una cruz en la mención de cada Persona Santa: la primera a la izquierda, a continuación en el centro, y finalmente a la derecha.

En la forma tradicional la bendición es distinta:

1.- El obispo, con mitra, dice: “Dominus vobiscum” (El Señor esté con ustedes), a lo que se responde “Et cum spiritu tuo. (Y con tu espíritu).

2.- El obispo se hace una cruz en el pecho con la mano derecha mientras dice Sit nomen Domini benedictum. (Bendito sea el nombre del Señor), a lo que se responde  “Ex hoc nunc et usque in sæculum” (Ahora y por siempre).

3.-El obispo se santigua mientras dice “Adjutorium nostrum in nomine Domini” (Nuestro auxilio es el nombre del Señor), a lo que se responde “Qui fecit cælum et terram” (Que hizo el cielo y la tierra).

4.- El obispo abre y levanta las manos al ancho de los hombros y la altura de la cabeza mientras dice: “Benedicat vos omnipotens Deus” (La bendición de Dios todopoderoso).

5.- Une las manos nuevamente, toma con la mano izquierda el báculo y dice “Pater, et Filius, et Spiritus Sanctus” (Padre, Hijo, y Espíritu descienda sobre ustedes), mientras traza una cruz en la mención de cada Persona Santa.


En el caso de los sacerdotes, la Instrucción General del Misal Romano dispone que deben de extender las manos y saludar al pueblo diciendo “El Señor esté con ustedes”, a lo que el pueblo responde: “Y con tu espíritu.” Tras ello, el sacerdote debe unir las manos, e inmediatamente poner la mano izquierda sobre el pecho y elevar la mano derecha, agregando: “La bendición de Dios todopoderoso” y, mientras traza el signo de la cruz sobre el pueblo, proseguir: “Padre, Hijo, y Espíritu Santo, descienda sobre ustedes” .

En algunos manuales de liturgia, no obstante, señalan que en palabras “La bendición de Dios todopoderoso” el sacerdote debe abrir y levantar las manos al ancho de los hombros y la altura de la cabeza. Ello, porque el Evangelio de Lucas describe que nuestro Señor, antes de ascender al cielo, bendijo a sus discípulos “levantando las manos”.

Esto sí estaba prescrito en la forma tradicional, pero en la nueva forma no dice nada.

En esos manuales se indica, también, que el singo de la cruz de la bendición debe hacerse sólo al mencionar al Hijo. Es decir, que mientras se menciona al Padre y al Espíritu Santo las manos deben de estar juntas. La razón que se aduce es que fue por Él que fuimos salvados en el sacrificio de la cruz. Señalan que una prueba de ello es que los libros litúrgicos ponen una cruz después de que está escrito “y del Hijo”.


Las rúbricas no indican nada, e incluso en misas de la forma tradicional se traza la cruz mientras se mencionan a las Tres Personas, y no solo cuando se menciona al Hijo.

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