El Santo Padre no visitó el habito coral en el Consistorio
para la creación de nuevos cardenales, como habíamos previsto. Utilizó capa
pluvial, la B5.
Fuera de eso, el consistorio se celebró como lo habíamos
descrito la semana pasada.
No obstante, hacemos notar tres aspectos.
Primero, la presencia del Papa Emérito Benedicto XVI. Este
fue un gesto muy oportuno. Como emérito de Roma hacía mucho sentido que
estuviese en un acto relevante para la Arquidiócesis.
Segundo, que en el caso del cardenal Jean-Pierre Kutwa,
arzobispo de Abidjan, Costa de Marfil, el papa se acercara a él y no al
revés. Pero estando en silla de ruedas, es totalmente comprensible. La liturgia
se adapta a los enfermos.
Y tercero, que al Card. Capovilla no se le entregaran las
insignias. Se pronunció la fórmula de creación de cardenal, por lo que ya
ostenta esta dignidad. Pero al ser de edad avanzada no pudo acudir a Roma a
recibir el capelo y el anillo. Se les entregarán posteriormente en su
localidad.
Esto último no es una novedad. En la antigüedad era común
que se le entregara el capelo al nuevo cardenal por parte de un enviado papal. Un
ejemplo de ello fue Angelo Roncalli, futuro Papa Juan XXIII. Cuando fue creado
cardenal, el capelo le fue entregado por el Presidente de Francia, por ser el
nuncio en ese país, siguiendo una tradición hoy ya abandonada, y que también se
seguía en España.
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