viernes, 12 de diciembre de 2014

Laudes regiae

Los fieles tributan a los santos el culto de dulía desde los orígenes mismos del cristianismo. Veneramos la memoria de aquellos que, habiéndose identificado plenamente con Cristo durante la vida terrena, han llegado a la gloria del cielo y han recibido la corona de la inmortalidad.

Desde la antigüedad es constante pedir su intercesión por el Pueblo de Dios. Es por ello que surgieron fórmulas de súplica que abarcaran a muchos santos, en las que se les pedía a cada uno "ruega por nosotros" u “ora pro nobis” en latín, con lo cual surgieron las letanías de los santos.

Las Laudes Regiae son una forma particular de letanías de los santos. Tienen su origen en la Roma pagana, que divinizaba a sus emperadores. La Iglesia las hizo suyas exaltando el poder temporal y espiritual del Sumo Pontífice, invocando que Cristo vence, reina e impera.  Por ese motivo, las coronaciones del papa eran la mejor ocasión para ejecutar este canto solemnísimo, que fue deputado de toda expresión que no se condijera plenamente con la fe católica.

Actualmente se cantan en las más capillas papales, con motivo de grandes acontecimientos de la Iglesia universal como la misa inaugural del ministerio petrino de los Sumos Pontífices, el inicio de un sínodo de obispos o la declaración de un santo como doctor de la Iglesia.

En las Laudes Regiae se agrupan los santos, y a cada uno de los grupos se les pide por algo en especial antes de invocarlos.  De esta forma, se inicia pidiendo por la Iglesia y para eso se invoca al Redentor del mundo, a Santa María, a San Juan Bautista, a san Miguel y a San José.

Después se pide por el Santo Padre, y en primer lugar se invoca la protección de los doce apóstoles. Tras ello, nuevamente se pide por el papa y se invoca la ayuda de todos los pontífices que hayan sido canonizados.

En el caso de los sínodos de obispos, sespués se pide por los pastores del Pueblo de Dios, y por su rebaño a María Magdalena, al protomártir Esteban, los santos esposos Priscila y Aquila, seguidos de los célebres mártires Ignacio de Antioquía y Lorenzo; luego se menciona a las santas hermanas de Lázaro, María y Marta. Siguen los mártires Tomás Moro; Perpetua y Felicidad, e Inés. A ellos se siguen los doctores de la Igleia representados por los santos: León y Gregorio, juntos; Ambrosio, Jerónimo, Agustín, Atanasio; Basilio Magno y Gregorio (Nacianceno), juntos; y Juan Crisóstomo. A ellos se añaden los obispos Martín de Tours, Paulino de Nola y Francisco de Sales, de los cuales solamente el ultimo es doctor.

Después se pide por los gobernantes y por todos aquellos que rezan con nosotros. Los intercesores en esta súplica son: Antonio, Benito y Bernardo (individualmente). Francisco de Asís y Domingo de Guzmán, juntos. Y también individualmente los siguientes santos: Tomás de Aquino, Francisco Javier, Juan María Vianney, Brígida de Suecia, Catalina de Siena, Francisca Romana, Teresa de Jesús, Rita de Casia, Teresita del Niño Jesús, Mónica y por último, Juana Beretta Molla.


En estos casos, las respuestas a los santos pueden ser “Tu illam adiuva”  (ayúdala), si se refiere a la Iglesia; “Tu illum adiuva” (ayúdalo), si se refiere al Santo Padre; “Tu illos adiuva” (ayúdalos), cuando se refiere a los ministros o a los gobernantes.


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