El próximo domingo es la Fiesta del Bautismo del Señor, y el
Santo Padre celebrará la Santa Misa y bautizará a algunos niños en la Capilla
Sixtina. El año pasado, en esa misma festividad, el papa Francisco celebró “ad
orientem”, es decir, viendo hacia el oriente. ¿Lo hará de nuevo este año?
A la celebración “ad orientem” se le llama incorrectamente
“de espaldas al pueblo”. Ciertamente el sacerdote le da la espalda a los
fieles, pero eso no es lo importante. Lo trascendente es que el sacerdote está
viendo hacia donde sale el sol.
Al respecto, san Juan Damasceno nos describe el simbolismo
de dirigirse hacia oriente en la oración cristiana en un texto que reproduzco:
“No es casualidad que recemos mirando a oriente. Porque Dios
es luz (cf. 1Jn 1, 5) y en la Escritura es llamado sol de
justicia (cf. Mal 3, 20) y también oriente (cf. Za 3, 8; 6,
12 –según la versión de los LXX–; Lc 1, 78), para darle culto nos
volvemos hacia Oriente. El bienaventurado David también dice: <<Cantad a
Dios, todos los reinos de la tierra; alabad al Señor que cabalga sobre los
cielos altísimos hacia oriente>> (Sal 67, 33-34 –según la versión de
los LXX-). Es más, añade la Escritura: <<Dios plantó un jardín en
Edén, al oriente, y allí colocó al hombre que había modelado>>
(Gn 2, 8); y cuando desobedeció su mandato lo expulsó y le hizo morar
fuera del Paraíso, hacia occidente. Y así buscando la antigua patria y
tendiendo hacia ella, damos culto a Dios. También la tienda de Moisés sería el
propiciatorio mirando a Oriente (cf. Nm 2, 3). La tribu de Judá,
porque era la más insigne acampaba hacia Oriente (cf. Ez 44, 1). Por
fin, el Señor en la cruz, miraba hacia occidente, y así nosotros nos postramos
volviéndonos hacia él. En su ascensión a los cielos fue levantado hacia oriente,
y así fue adorado por sus apóstoles, y así vendrá, en el modo como le vieron
ascender al cielo (cf. Hch 1, 11), como el mismo Señor dijo: <<Como
el rayo que brilla desde oriente hasta el ocaso, así será el regreso del Hijo
del hombre>> (Mt 24, 27). Esperándole, nos postramos hacia oriente.
Se trata de una tradición no escrita, que viene de los apóstoles. Y así ha sido
entregada a nosotros”.
Ioannes Damascenus, De fide ortodoxa 4, 12
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