En la Fiesta del Bautismo del Señor, el Santo Padre
Francisco volvió a celebrar versus Deo. Algunos dicen que se trata de una
celebración “de espaldas al pueblo”. Pero lo correcto es decir que se trata
“frente a Dios” o versus Deo, según la expresión latina.
La misa se celebra al Padre. Por eso las plegarias
eucarísticas inician dirigiéndose a Él. En la misa se ofrece Jesucristo al
Padre por medio del Espíritu Santo. Es, por tanto, correcto que en la liturgia
eucarística el celebrante, que actúa in persona Christi, no haga la oración
frente al Pueblo. Esta es la “orientación espiritual” de la celebración.
Desde la antigüedad se ha pensado que el sacerdote encabeza
al pueblo en su andar hacia el Padre. Va en la misma dirección del pueblo. Por
eso es correcto que todos –fieles y celebrante- vean hacia la misma dirección.
En un extraordinario libro de Uwe Michael Lang, que prologó
el entonces Card. Ratzinger, explica cómo la Instrucción General del Misal
Romano no obliga a que el altar sea versus populum, como se piensa tradicionalmente.
En el capítulo de la Instrucción correspondiente al altar se reconoce que no
debe desperdiciarse el valor artístico de los construidos previamente (n. 303).
Bajo todas esas consideraciones, es lógica la decisión
tomada por la Oficina de las Celebraciones Litúrgicas del Sumo Pontífice de que
la misa celebrada en la Capilla Sixtina en la Fiesta del Bautismo del Señor sea
utilizando el altar fijo.
Este año ha existido continuidad con la tradición empezada
por Benedicto XVI en 2010, un año después de que Uwe Michael Lang fuera
nombrado como consultor de la Oficina. La nota de prensa de la Oficina de aquél
año indicaba que “únicamente el altar de
la Capilla Sixtina [para] no distorsionar la belleza y la armonía de esta joya
de la arquitectura -en virtud de las normas litúrgicas vigentes -, preservando
su estructura desde el punto de vista de la celebración.”
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