El frontal (también conocido como antipendio, palio de altar
o en latín antipendium, pallium altaris)
es un accesorio que cubre todo el frente del altar. Su origen probablemente se
puede remontar a las cortinas o velos que colgaban sobre el espacio abierto
debajo del altar, para preservar las urnas de los santos por lo general
depositadas allí. Más tarde, estas cortinas se convirtieron en un pedazo de
colgadura que cubría todo el frente del altar y era suspendido de la mesa del
altar.
Su material no está prescrito por las rúbricas. A veces se
hace de metales preciosos, adornados con esmaltes y joyas, de madera, pintado,
dorado, estampado en relieve, y, a menudo con cristales o de tela de oro, de
terciopelo o de seda bordada, y en ocasiones enriquecido con perlas.
El antipendio puede ser adornado con imágenes, imágenes de
Cristo, representaciones de algún hecho de su vida, o los que se refieren al
misterio de la Eucaristía, o con los emblemas que se refieren de alguna manera
con el Santísimo Sacramento (un cordero, un pelícano, el cáliz y la hostia,
etc) También se pueden usar imágenes del santo en cuyo honor se dedica el altar
a Dios, y los emblemas que se refieren a tal santo.
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