martes, 4 de marzo de 2014

Las estaciones de cuaresma


Una antigua tradición de la Diócesis de Roma son las “estaciones cuaresmales”. Cada uno de los días de cuaresma, se reunía la comunidad en una “iglesia menor” de la Urbe. El papa pronunciaba una oración y desde ahí se partía en procesión, cantando la letanía de los santos, hasta una “iglesia titular” o basílica, donde se celebraba la Misa.

El fin de la práctica de estas estaciones cuaresmales es el de resaltar la dimensión peregrinante del camino cuaresmal como itinerario hacia la Pascua.

En los antiguos misales se recogía esta tradición, indicando el día y la basílica en la que se celebraba la estación. Así todo el mundo se unía a la Iglesia de Roma. Por ejemplo, se decía: “Miércoles de Ceniza: Feria de primera clase. Estación en Santa Sabina”.

De acuerdo a esta tradición, el papa acude todos los años a la Basílica de San Anselmo. Ahí pronuncia una breve oración y se inicia una procesión hasta la Basílica de Santa Sabina, en donde se celebra la misa dentro de la cual se lleva a cabo el rito de la ceniza, como en cualquier lugar del mundo.

La costumbre es que el cardenal presbítero que tiene el título de Santa Sabina sea quien le imponga la ceniza al papa. En este caso es el cardenal Jozef Tomko.


Una excepción a esta costumbre de acudir a Santa Sabina el miércoles de ceniza se dio el año pasado. Al ser esta celebración la última del Papa Benedicto XVI muchas personas quisieron participar, y como no cabría tanta gente Santa Sabina, se trasladó a la Basílica de San Pedro, y el cardenal arcipreste de esta basílica (Angelo Comastri) fue quien le impuso al papa la ceniza.

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