El Papa Francisco, en las ordenaciones que ha presidido este
año, después de incensar el altar ha ido hasta el asiento que ocupa cada uno de
los que serán ordenados presbíteros u obispos. Este gesto no está previsto en
las rúbricas. Como siempre, no nos pronunciaremos sobre si es correcto o
incorrecto que se haga. El Santo Padre es el supremo legislador en materia
litúrgica y, por tanto, puede introducir este gesto para las ceremonias
papales. En cualquier caso, podría hacerse un análisis desde la Teología Litúrgica,
pero no es el objetivo de esta entrada.
En la Basílica de San Pedro no existe una sede fija, por
motivos que en otra ocasión comentaremos. Por ese motivo, se pone una sede
móvil frente al altar. Pero, para no estorbar en la incensación al inicio de la
celebración, los empleados vaticanos ponen ésta y las sillas de los diáconos y
ceremonieros hasta el momento en que terminó la incensación. Después la quitan
durante la Liturgia Eucarística.
En la ordenación presbiteral llevada a cabo a principios de
mayo, los empleados subían la sede en el momento en que el papa decidió
incensar. Eso provocó que chocaran y se entorpeciera un poco el desarrollo del
gesto.
Como siempre, Mons. Guido Marini fue muy previsor y tomando
nota de lo ocurrido, para la consagración episcopal de la semana pasada dispuso
todo para que llevaran la sede a su lugar hasta que el papa hubiera bajado del
presbiterio. Con esto evitó que volvieran a chocar, y el gesto papal pudo
llevarse a cabo sin contratiempos.
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