El próximo domingo, 29 de junio, la Iglesia celebra la
solemnidad de los santos apóstoles Pedro y Pablo. En esa fecha, el Santo Padre,
sucesor de Pedro, impone a los arzobispos el palio.
Habíamos comentado que desde el punto de vista teológico,
todos los que han recibido el orden episcopal se encuentran en un mismo nivel:
todos son obispos. Sin embargo, desde el punto de vista jurídico, existen
diferentes dignidades. Una de ellas es el arzobispado.
Cada diócesis es gobernada por un obispo. Un conjunto de
diócesis forman una provincia eclesiástica. En cada provincia, hay una diócesis
y un obispo que es el primero entre iguales, primum inter pares. A éste se le
denomina arzobispo.
Como habíamos dicho, desde el punto de vista heráldico
(escudos de armas) se puede distinguir quien es obispo y quien es arzobispo: el
escudo del arzobispo tiene más borlas que caen del sombrero, y la cruz que se
encuentra en la parte posterior tiene dos travesaños. Pero en la vestimenta
litúrgica también hay una distinción: los arzobispos, cuando celebran la Santa
Misa, llevan el palio sobre sus hombros.
El palio es una fala de lana de oveja circular que va sobre
los hombros y cae por la parte de atrás y por adelante. Al llevarla, simbolizan
que llevan a la oveja sobre sus hombros, como Cristo, el Buen Pastor. El palio
tiene bordadas cinco cruces, que simbolizan las cinco llagas de Jesucristo, que
es el Cordero de Dios.
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