En la misma boda, antes de empezar, se ejecutó “Zadok the Priest”
de Handel. En el misal que los novios habían preparado para la ocasión se
indicaba que era el “Preludio”. En las misas no existe el preludio. Esta es una
composición para las óperas, pero no para la misa. Este gesto daba a entender
la visión que tenían sobre la boda: un concierto dentro del cuál contraerían
matrimonio.
La música es sumamente hermosa. Desde el principio de la
Iglesia ha estado presente como parte de
la liturgia cristiana. Es una música para alabar a Dios, no para agradar al
hombre. La liturgia no es un concierto, aunque en ella se interpreten piezas
musicales. La liturgia es gloria a Dios por parte de los hombres. Es cierto que
los más grandes compositores han compuesto música sacra, y que la misma nos
agrada por su belleza. Pero la belleza nos debe conducir a Dios, la suprema
Belleza. Si no se dirige a él, y no nos lleva a él, no sirve.
Hay ceremonias en el vaticano que se ejecuta una pieza
musical antes de la misa. Un ejemplo fue la canonización de san Juan XXIII y
san Juan Pablo II. El objeto de estas es preparar los corazones con música,
silencio y lectura de textos para el misterio sagrado. Se crea un clima de
oración y recogimiento. Nunca tiene por fin amenizar la espera, como lo tenía
el preludio de la boda en comento.
Les dejo un video con el himno “Aprite le porte a Cristo”,
Abrid las puertas a Cristo, que se compuso para la beatificación de Juan Pablo
II, y que fue interpretado antes de la ceremonia de su canonización en abril
pasado.
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