El sábado me tocó asistir a una boda. Los novios querían una
ceremonia en la que se cuidaran los detalles. Pero a su manera. Pretendían
innovar y demostrar un conocimiento musical. El resultado fue un desastre
litúrgico. Pongo algunos ejemplos. Se cantó el Kyrie Eleyson de la Misa de
Coronación de Mozart. Es una pieza hermosa. El problema es que no se puede
tocar en las bodas, porque no se lleva a cabo el rito penitencial como en el
resto de las misas. En las misas de matrimonio, la aspersión de agua bendita
antes de la procesión de entrada hace las veces de rito penitencial. Por tanto,
no se reza el Kyrie Eleyson o Señor ten Piedad. Les gustaba la misa de
coronación, y pusieron su gusto por encima de las reglas litúrgicas.
Otro detalle: en vez de el Gloria se cantó el himno del
Jubileo del año 2000. Esta composición empieza diciendo “Gloria a te, Cristo
Gesù”. Tal vez por el desconocimiento del idioma italiano, y gustándoles la
melodía, eligieron esa canción. Pero no es el himno de la Iglesia, el Gloria. Un
aspecto que implica una dificultad en la música litúrgica es que hay que
componer ciñéndose a un texto dado y que no puede variarse. Así lo han hecho
los grandes compositores durante siglos. Pero si anteponemos la melodía a los
textos litúrgicos hay un error. Este es el error que cometieron los novios,
porque variaron la liturgia de la Iglesia por su gusto propio.
Mi consejo hubiera sido que, si les gusta la Misa de Coronación
de Mozart, no se puede cantar el Kyrie, y no puedes usar el himno del Jubileo,
usen el Gloria de la Misa de Coronación. Y si insistes en el himno del Jubileo,
que se ejecute en la procesión de entrada, antes de la marcha nupcial.
La liturgia es patrimonio de la Iglesia, no del sacerdote
celebrante, no de los contrayentes.
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