El Jueves Santo el papa preside dos celebraciones
litúrgicas. Por la mañana celebra la Misa Crismal. Esta celebración se lleva a
cabo en la Basílica de San Pedro. Esta es una misa que sólo pueden celebrar los
obispos. El papa lo hace como obispo de Roma.
La misa se celebra como de costumbre hasta la homilía. Tras
ésta, se lleva a cabo la renovación de las promesas que hicieron los sacerdotes
de la diócesis de Roma el día de su ordenación. Lo mismo hacen con su obispo
todos los sacerdotes del mundo.
Una vez que han renovado sus promesas, se llevan en
procesión tres ánforas con aceite desde la parte posterior de la Basílica hasta
el altar. Las ánforas se hicieron hace pocos años, durante el pontificado del
Beato Juan Pablo II por artistas españoles.
Cada ánfora es acompañada por personas que tienen
significado. El que contiene el oleo de los catecúmenos, por algunos de los
catecúmenos que serán bautizados en la Vigilia Pascual; el de los enfermos, por
algunos dolientes; el de el crisma por jóvenes que se confirmarán y diáconos
que serán ordenados.
Cuando se encuentran ahí, delante del Santo Padre, comienza
la bendición o consagración, según sea el caso.
En primer lugar se bendice el oleo de los enfermos. Este es
el aceite que se utiliza para ungir a los enfermos durante el Sacramento de la
Unción. Su uso es ya era mencionado por el apóstol Santiago y es símbolo del
vigor y de la fuerza que da el Espíritu Santo en el Sacramento, con el que se
transforma nuestra enfermedad y nuestra muerte en sacrificio salvador como el
de Jesús. Se bendice con una oración y con el signo de la cruz.
En segundo lugar se bendice con una oración y con el signo
de la cruz el oleo de los catecúmenos. Este aceite se usa en el para ungir a
los que están preparándose para el Bautismo, los llamados catecúmenos. Este
óleo extiende el efecto de los exorcismos, para que los bautizandos reciban la
fuerza para renunciar al diablo y al pecado, antes de que se acerquen y
renazcan de la fuente de la vida. En el caso de los niños, lo reciben en la
misma ceremonia del bautismo, poco antes de ser bautizados. En el caso de los
adultos, se usa en una ceremonia anterior a la del bautismo, llamada de
recepción al catecumenado.
En tercer lugar se consagra (aquí no se bendice sino se
consagra) el santo crisma. La palabra “crisma” es griega y denomina un ungüento
aromático mezcla de aceite de oliva (que representa la fortaleza) y bálsamo
oloroso (cuyo aroma representa el suave olor de la vida cristiana). Su
etimología proviene de “chrio”, ungir, que ha dado origen al término “Christos”
que significa “El Ungido”. De ahí deriva la palabra Cristo, con la que
designamos al Salvador.
El crisma se usa justo después de que una persona recibe la
triple infusión de agua en el bautismo, por los que se confirman y por aquéllos
que reciben el orden sacerdotal. También se usa para consagrar los nuevos
templos, vertiéndose sobre el altar y sobre las paredes de la nueva iglesia.
La consagración del crisma se hace de la siguiente forma. Un
diácono anuncia cantando que es será el santo crisma. Tras ello, vierte perfume
en el aceite. Después el Santo Padre sopla sobre el aceite mezclado con
perfume. Este es un signo que viene del mismo Jesús, quien sopló sobre los
apóstoles para transmitirles el Espíritu Santo. Los obispos, sucesores de los
apóstoles repiten el gesto.
Cuando el papa ha soplado, dice una oración, tras la cual,
todos los concelebrantes junto con el Santo Padre levantan su mano derecha
hacia la ánfora y dicen una oración consagratoria, en medio de la cual hacen el
signo de la cruz sobre el crisma.
Una vez que se hizo la bendición del oleo de los catecúmenos
y de los enfermos, y se consagró el santo crisma, la misa continúa como de
costumbre. Los párrocos suelen recoger los óleos que les corresponden a su
parroquia al finalizar la misa. Por la tarde, es costumbre recibir los tres
oleos solemnemente junto con la comunidad parroquial.
Por la tarde, el Santo Padre celebra la Misa in Coena
Domini, la Misa de la Cena del Señor. Con ella inicia el Triduo Pascual. Al
igual que los dos años anteriores, el Papa Francisco no la celebrará en la
Basílica Catedral de San Juan de Letrán, como era la costumbre papal, sino en una
cárcel.
Esta misa se celebra como de costumbre, pero con algunas
peculiaridades que destacamos.
1.- Antes de la misa se retira el Santísimo Sacramento. No
debe estar reservado en el Sagrario de ninguna Iglesia.
2.- Durante todo el Gloria se hacen tocar todas las
campanas. Al finalizar, se hacen callar. Eso significa que no se tocan la
campana durante la consagración. Es importante que cuidemos este detalle en
todas las iglesias.
3.- Después de la homilía, el papa deja la casulla y hace el
lavatorio de los pies a doce personas, para recordar el gesto de Cristo durante
la última cena.
4.- En el ofertorio es importante poner muchas formas para
que se consagren, porque serán las que se utilicen al día siguiente, ya que no
puede celebrarse la misa y, por tanto, no pueden consagrarse.
5.- Después de la comunión se deja el copón sobre el altar.
Tras la oración después de la comunión no se da la bendición, como un símbolo
de la continuidad entre las tres celebraciones que constituyen el Triduo
Pascual.
6.- Después de esta oración el papa lleva el copón con el
Santísimo Sacramento con el velo humeral y en procesión hasta el Monumento, una
capilla especialmente preparada para dejar el Cuerpo de Cristo guardado hasta
la siguiente celebración. Es costumbre adornar este monumento con muchas flores
y que permanezca abierto para la adoración de todos durante la tarde del jueves
y la mañana del Viernes Santo.
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