El viernes el Santo Padre conferirá la ordenación episcopal
a un presbítero. Con ese motivo explicaremos el rito de consagración episcopal,
tal y como lo hicimos con la ordenación sacerdotal hace un par de semanas.
Antes que nada una aclaración. Se le llama “consagración
episcopal” más que “ordenación episcopal”, como una forma de significar que se
confiere el máximo grado del orden sacerdotal.
Para que no haya ninguna duda sobre la validez del
sacramento, para demostrar que ingresa a un colegio (el episcopal), y para
demostrar la máxima importancia del acontecimiento, deben ser tres los obispos
que consagren. Incluso si preside el Papa, debe haber otros dos obispos.
Pues bien, antes de la ceremonia, el que será consagrado se
reviste con ámito, alba, cíngulo y estola, como es habitual. Después se pone la
dalmática que usan los diáconos y, encima de ella, la casulla. Es una forma de
significar que recibirá la plenitud del orden.
En la procesión de entrada, el ordenando va detrás de los
presbíteros y antes de los obispos. Justo detrás de él van dos diáconos, que lo
asistirán durante la ceremonia, como veremos.
No está en las rúbricas, pero el Papa Francisco ha tenido la
costumbre que, después de incensar el altar, inciensa al candidato al
episcopado, para lo que baja y va hasta su lugar.
La misa se celebra como de costumbre hasta el Evangelio.
Terminado éste, se entona el himno “Veni Creator”. Es un himno medieval en el
que se le pide al Espíritu Santo que descienda sobre los fieles. Se utiliza
para pedirle al Paráclito que ilumine. Por eso se canta al inicio del Cónclave.
También se canta en actos universitarios. Su primera estrofa dice: “Ven
Espíritu Creador; visita las almas de tus fieles. Llena de la divina gracia los
corazones que Tú mismo has creado.”
Acabado el himno, comienza el rito de ordenación. El obispo
que consagra se traslada a una sede móvil que se pone frente al altar. En el
caso del papa esto no ocurre, porque la sede habitualmente se encuentra en este
lugar.
A este lugar se acerca el nuncio apostólico (en este caso el
nuncio en Italia), le pide al papa, en nombre de la Santa Madre Iglesia que
consagre obispo al candidato.
El obispo consagrante principal le pregunta al nuncio si
existe una bula papal, a lo que el nuncio le responde que sí, tras lo cuál le
da lectura a la bula.
Esto es así, porque sólo puede realizarse una consagración
episcopal si lo manda el Santo Padre. Si se realiza sin este mandato, la
consagración es ilícita, y conlleva la pena de excomunión late sententiae (automáticamente,
sin necesidad de un juicio), para todos los que consagran y para el nuevo
obispo.
Cuando el papa es el consagrante se omite esto, porque no se
le puede pedir a el papa que tenga orden del Santo Padre.
Concluido el mandato, el papa hace la homilía.
Les dejamos una foto de la procesión de entrada, para que vean cómo van los diáconos atrás de los candidatos; una foto en que se ve la dalmática abajo de la casulla; y una foto de una bula papal de nombramiento episcopal.
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