lunes, 5 de mayo de 2014

El rito de ordenación sacerdotal I



El próximo domingo será el IV de Pascua. Se le conoce como el Domingo del Buen Pastor porque se lee el pasaje del Evangelio en donde Jesús dice que es el buen pastor. Por el simbolismo del día, desde hace muchos años ese día el papa ordena a los sacerdotes de su diócesis, Roma.

Por esa razón, y atendiendo a la petición que se nos hizo, comentaremos el rito de la ordenación sacerdotal en estos días.

Normalmente las procesiones se disponen en el orden de los grados del orden sacerdotal. Primero entran los acólitos, luego los diáconos, después los presbiterios, luego obispos y al fina el celebrante principal. En el caso de las ordenaciones presbiterales, los que serán ordenados van detrás de los diáconos y antes de los presbíteros. Van vestidos con el amito, el alba y la estola, que la usan al modo de los diáconos, es decir, cruzada sobre el pecho, porque aún no son presbíteros. No llevan dalmática ni casulla.

Los nuevos presbíteros entran en procesión, besan el altar y van a sus lugares, que se encuentran entre los de los diáconos. Generalmente se pone detrás de ellos a sus padres.

El papa besa el altar, lo inciensa y va a su lugar. Comienza la misa y la sigue como de costumbre hasta el Evangelio. Una vez que se ha leído, un diácono se le lleva el Evangeliario al papa para que lo bese y bendiga al pueblo con él.

Una vez que ha ocurrido esto, en vez de llevarse a cabo la homilía, como es costumbre, comienza el rito de ordenación.

Normalmente, el obispo que ordena se dirige a una silla que se prepara frente al altar, es decir, no se queda en la sede. Pero como en la Basílica de San Pedro no hay una sede fija y normalmente el papa se encuentra en una sede móvil frente al altar, se queda ahí.

Entonces, un diácono anuncia que serán presentados los ordenados. Cada uno de ellos es llamado por su nombre. En ese momento caminan del lugar en el que se encontraban sentados y se paran frente al papa, y dicen “presente”.

Cuando todos los que se ordenarán han pasado y dicho “presente”, el cardenal vicario para la diócesis de Roma (en el caso de otras diócesis es el rector del seminario), le pide al papa que los ordene sacerdotes en nombre de la Iglesia. El papa entonces pregunta al cardenal si son dignos. A esto contesta el cardenal vicario le dice que después de haberse informado con los miembros del Pueblo de Dios y con sus formadores, se les considera dignos. Ante esta respuesta, el papa dice que con la autoridad de Jesucristo quedan elegidos para el orden presbiteral. En ese momento, todos responden cantando: “Bendito seas por siempre Señor.”


Tras lo anterior, los que se ordenarán se dirigen a las sillas que les han preparado y que se encuentran frente al altar. Se sientan, al igual que todos, y el papa hace la homilía.

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